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Los sistemas de redes con sus innumerables opciones para establecer comunicación por ordenador entre particulares, naciones y continentes, cuentan ya con más de 50 millones de usuarios. Estos avances tecnológicos están siendo utilizados por grupos racistas y neo-nazis para ganar adeptos.
En efecto, a través de la supercarretera de la información,
mensajes difamatarios, material pornográfico y exhortaciones
a la violencia logran transitar libremente. Estos avances tecnológicos
están siendo también utilizados por grupos racistas
y neo-nazis para ganar adeptos, promover sus ideologías
extremistas y convocar a reuniones con sus seguidores.
Organizaciones de ultraderecha, grupos islámicos y hasta
bandas terroristas promocionan y justifican sus actividades a través
del Internet. Movimientos de "supremacía blanca" como
el Ku Klux Klan, el Stormfront, los cabezas rapadas y los neonazis;
las Panteras Negras -expresión violenta del movimiento negro-
y el Yihad, que aboga por la "guerra santa" sin ningún
tipo de cortapisas.
Para muestra basta un botón. En Alemania los grupos de ultra-derecha
han echado mano de métodos sofisticados. Equipados con computadoras,
teléfonos celulares y faxes, sus líderes tienen acceso
a públicos más amplios. Utilizan estos avances para
intercambiar desde copias prohibidas de los discursos de Hitler
hasta recetas para elaborar explosivos caseros. A pesar de que
la legislación alemana penaliza la difusión de ideas
nazis con cinco años de prisión, el anonimato de
los sistemas computacionales dificulta la identificación
y localización de los autores de estos mensajes de violencia.
Por el otro lado, en Columbia, Carolina del Sur, milita la organización
conocida como Carolinian Lords of the Caucasus (CLOC o Señores
Carolineos del Cáucaso), misma que utiliza los sistemas
de redes para atraer simpatizantes. Bajo el símbolo de una
cruz en llamas afirma "estar a la vanguardia en la gran guerra
por la dominación aria de Internet".
El "odio porcomputadora" ha llegado también a
Australia, en donde los grupos racistas han demostrado sus aptitudes
para utilizar la tecnología moderna y promover así el
odio medieval. Tras analizar la situación actual Jeremy
Jones, Director del Consejo Ejecutivo Judío en su país,
concluyó que "Internet ha servido más de lo
que se cree a grupos antisemitas y de ''supremacia blanca'' que
utilizan las redes para enviar material negando el Holocausto.
Diversos miembros de la colectividad judeo-australiana reciben
mensajes intimidatorios por medio del correo electrónico". "Instrucciones
y consejos sobre como lograr la supremacia de la raza blanca se
transmiten instantaneamente junto con material bibliográfico
que promueve y justifica cualquier actividad antijudía.
Los grupos que buscan propagar su ideología antisemita pueden
recibir información de grupos racistas de todo el mundo" -agregó Jones.
Diversas fuentes coinciden en señalar la necesidad de crear
un legislación que regule el uso de las computadoras y la
comunicación por redes. Organizaciones pro derechos humanos,
como es el caso del Centro Simon Wiesenthal, se muestran preocupadas
ante la creciente presencia de los llamados Hate Groups (grupos
de odio) en Internet. El rabino Abraham Cooper, director asociado
de dicho centro, ha iniciado una campaña con el fin de sensibilizar
a la opinión pública sobre los peligros de difundir,
por ese medio, mensajes fanáticos y violentos.
Quienes defienden las libertades civiles se oponen a esta propuesta
por considerar que afecta la libertad de expresión en el
espacio cibernético. Para Cooper, la Primera Enmienda de
la Constitución norteamericana que defiende la libertad
de palabra y de prensa, también protege a los editores que
eligen no difundir material que consideran ofensivo. "La mayoría
de los periódicos y revistas que se publican en Estados
Unidos, por ejemplo, no aceptan anuncios de grupos racistas. En
este contexto los distribuidores de los sistemas de redes deberían
seguir la misma línea".
No obstante, los defensores de la libertad en Internet señalan
que éste es distinto a los medios tradicionales. Por primera
vez en la historia, cualquier persona puede expresar sus puntos
de vista ante una público desconocido, sin ninguna consecuencia.
Los directivos de las empresas de comunicación por computadora
aseguran que el excluir a los "grupos de odio" de la
red no es la solución para evitar la proliferación
de mensajes racistas, porque se promueve la idea de que éstos
tendrían algo importante que decir.
Por su parte los ultranacionalistas y extremistas argumentan que
estos grupos cumplen una función social y catártica
ya que posibilitan la expresión de impulsos violentos, lo
que contribuye a tranquilizar a las personas evitando que pongan
en práctica sus pulsiones.