Estados Unidos: ¿Santuario de web racista?

Eduardo Tamayo

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Estados Unidos se ha convertido en el "refugio seguro" para los racistas que propagan su discurso en todo el mundo por Internet, sostuvo el experto internacional David Rosenthal durante el seminario sobre "recursos que pueden presentar las víctimas de actos racismo y sobre las buenas prácticas nacionales en esta esfera" llevado a cabo a mediados de febrero de Ginebra.

En varios países europeos la difusión de discursos racistas es prohibida y sancionada por las leyes penales, pero los grupos neonazis y racistas han encontrado la manera de sortear estos obstáculos legales recurriendo a los proveedores ubicados en Estados Unidos.

Los difusores del odio racial se sienten seguros de que no van a ser identificados y por ende enjuiciados pues en Estados Unidos este tipo de sitios de web es legal y las autoridades consideran que la Primera Enmienda de la Constitución garantiza la libertad de expresión. Paradójicamente, lo que sí son penadas en Estados Unidos son las amenazas criminales, realizadas por medios electrónicos como el correo electrónico y, por supuesto, por medios escritos.

Rápido crecimiento

El racismo en línea es un fenómeno nuevo y en los últimos cinco años ha crecido en forma acelerada. En 1995 apenas había un sitio en Internet, pero en marzo de 1999 se identificaron 1426 sitios web que promueven el racismo, el anti-semitismo, la música de grupos que incitan al odio racial, los grupos nazis o la fabricación de bombas, según señala Rosenthal. Al 15 de julio de 1999, es decir tres meses después, se habían registrado 2100 sitios de web racista.

Los grupos promotores del odio racial usan las redes de computadores en línea para trasmitir "la ideología de la supremacía racial" a través de artículos, fotos y caricaturas. Ofrecen catálogos del "rock del odio", abren sitios para convencer a niños/as y reclutar mujeres. Internet ha facilitado la venta de libros y objetos recordatorios nazis. Durante algún tiempo, las empresas Amazon.com o Barnesandnoble.com vendieron libremente en todo el mundo Mi Lucha de Adolfo Hitler o materiales que niegan el holocausto de los judíos y otros grupos humanos durante la segunda guerra mundial. La difusión de Mi Lucha está prohibida en varios países.

Hasta hace unos 15 años los racistas estaban recluidos en sus casas y conocían los riesgos a que se exponían si se manifestaban en lugares públicos para, por ejemplo, distribuir sus panfletos. Hoy siguen en sus casas, pero el Internet les ha permitido reactivarse, ganar nuevos adeptos, recaudar fondos, organizar reuniones y convenciones en Europa, Estados Unidos y América Latina, según sostiene Mark Peolot de la organización Souhern Law Poverty Center, un centro que lleva a los tribunales a grupos racistas blancos como el Ku Klux Klan. Gracias a este medio, la extrema derecha de Estados Unidos ha entrado en contacto con su similar de Europa, y el movimiento ha adquirido dimensiones internacionales, algo que nunca habría podido imaginar Adolfo Hitler.

Los grupos racistas aprovechan la cobertura y el enorme potencial que tiene Internet ya que en 1999 contaba con 210 millones de personas en línea, de las cuales 112.4 millones están en Estados Unidos y Canadá; 47.1 millones de Europa; 33.6 millones de Asia y el Pacífico, 5.2 millones de América Latina, 1.7 millones en África y 0.9 millones en Oriente Medio. Se calcula que estas cifras se duplicarán en cinco años.

Si bien el racismo en Internet es un fenómeno que actualmente concierne prioritariamente a los países del Norte (Estados Unidos concentra el 70% de los sitios web y la mitad de los internautas), también tiene ciertas repercusiones en América Latina, Asia y Africa, pues en un mundo de comunicaciones globales, una vez que un sitio Web es puesto en línea se puede acceder a él desde cualquier rincón del planeta.

Debate

Durante el seminario sobre "los recursos que pueden presentar las víctimas de actos racismo" llevado a cabo como uno de los actos preparatorios de la Conferencia Mundial contra el racismo, la discriminación y la xenofobia que se llevará a cabo en Sudáfrica, en el año 2001, se expresaron fundamentalmente dos posiciones sobre si se debe controlar o no el racismo en Internet.

La primera es partidaria de la autorregulación y señala que la censura es impracticable, inoportuna y peligrosa, y que la prevención debe realizarse a través de la educación primaria y secundaria. Los filtros, según esta posición, resultan ineficaces, especialmente entre la niñez y la juventud, porque un sitio censurado es considerado como "el fruto prohibido", que despierta mayor curiosidad mientras más se lo prohibe. Así mismo, manifiesta que no se debe limitar la libertad de expresión en Internet pues el movimiento racista es síntoma de otros problemas sociales. Piensa que se debe contraatacar utilizando el mismo Internet, rastreando los sitios racistas y ofreciendo al público información y enlaces y mensajes multiculturales.

La segunda posición considera que no es eficaz aplicar la auto-regulación en Internet, y la libertad de expresión no puede ser regulada por el mercado. Se inclina por controlar y sancionar la difusión de mensajes racistas porque contraviene lo que dispone la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial adoptada por la Naciones Unidas en 1965 y ratificada hasta la actualidad por 155 países. Este documento, en su artículo 4, señala que los estados "declararán como acto punible conforme a la ley toda difusión de ideas basadas en la superioridad o en el odio racial, toda incitación a la discriminación racial, así como todo acto de violencia o toda incitación a cometer tales actos contra cualquier raza o grupo de personas de otro color u origen étnico, y toda asistencia a las actividades racistas, incluida su financiación".

Para esta posición, perseguir las manifestaciones racistas en Internet no es limitar la libertad de expresión. Así como varios países prohiben la pornografía infantil en Internet, lo mismo deben hacer con los sitios que promueven el odio racial.

Los métodos que utilizan los racistas cambian continuamente, se sitúan unas semanas en una dirección electrónica y luego se mudan a otros. Por ejemplo, desde Suiza abren sus sitios en Estados Unidos. Sin embargo, ahora es tecnológicamente posible ubicar los sitios y bloquear el acceso de usuarios internacionales a determinados sitios web.

Pero más que tecnológico, el problema es político. Si bien el contenido racista en Internet, en la mayoría de países de Europa, se considera como un delito penal, los fiscales europeos y de otros países no pueden enjuiciar a los editores de contenido ilegal en línea en su fuente ubicada en Estados Unidos. Actualmente, no hay recursos judiciales para llevar a juicio a los proveedores de Estados Unidos que admiten páginas racistas, por lo que se requiere la adopción de una legislación internacional. Si los proveedores de Internet conocieran que pueden ser llevados a juicio estarían sometidos a una gran presión y pensarían dos veces antes de actuar.

Publicado en ALAI 309

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