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Los restos pertenecen a un Australopithecus afarensis, de aproximadamente 3 años de edad. |
Ciudad de México (21 septiembre 2006).- Un equipo de paleontólogos encontró en Etiopía el esqueleto, casi intacto, de un pequeño homínido de 3.3 millones de años que podría ayudar a comprender cómo fue la evolución de los primeros humanos.
"Estamos muy contentos por este descubrimiento. No tenemos muchos niños, sobre todo tan bien preservados, ¡es algo realmente maravilloso!", dijo en entrevista por correo electrónico William Kimbel, investigador del Instituto de Orígenes Humanos de la Universidad Estatal de Arizona, Estados Unidos.
Los restos son de una niña de aproximadamente 3 años de edad de la especie Australopithecus afarensis, la misma que la de la célebre Lucy, descubierta en Etiopía en 1974 y considerada hasta ahora el homínido más antiguo de esta especie, con 3.18 millones de años de antigüedad.
"La pequeña es muy importante porque a través de ella podremos conocer parte de la evolución humana. Muchas diferencias entre nosotros y nuestros ancestros pueden ser inferidas por los cambios durante el desarrollo", dijo Kimbel.
Durante la excavación, realizada en Dikika, Kimbel y un equipo mundial de expertos encontraron el cráneo, la mandíbula con dientes y parte de los hombros, la columna vertebral, costillas, el brazo derecho, dedos, piernas y el pie izquierdo, explica el investigador en la edición de hoy de la revista Nature.
Los primeros análisis muestran que el pequeño cuerpo estaba adaptado para caminar erguido, como el adulto Australopithecus, mientras que la parte superior, especialmente el omóplato, presenta rasgos muy parecidos a un gorila.
El hallazgo podrá dar luz sobre el viejo debate de cuál era el modo preferido de locomoción de ese ancestro humano, consideró Alejandro Terrazas Mata, investigador del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.
"Aparentemente los niños se desarrollaban más rápido que nosotros, es decir, un niño de 3 años ya podía valerse por sí mismo, algo contrario a lo que pasa en el humano actual", dijo Terrazas.
Durante mucho tiempo se ha discutido sobre la forma de caminar o cómo surgió. Los adultos como Lucy ya caminaban en dos pies, pero todavía eran prensiles.
"Este esqueleto tiene características muy interesantes, sus pies son como los de Lucy pero los brazos y manos eran más parecidos a los de un chimpancé, es decir, tenía una vida más arbórea", añadió Terrazas.
En el artículo de Nature, Kimbel afirma que no cree que un ejemplar de 3 años adaptado para ser bípedo pasara mucho tiempo subiendo a los árboles.
"Pero la mezcla de rasgos en este esqueleto va a reanimar el debate sobre la locomoción de los primeros Australopithecus", explica.
Estos homínidos seguramente caminaban erguidos en espacios abiertos, pero en zonas arboladas era mejor trepar a los árboles.
"Vivían en la sabana africana, no eran muy buenos para correr, de hecho, no podían hacerlo rápido. Estaban bien adaptados tanto a la vida terrestre como a la arbórea, pero seguramente no eran grandes viajeros y era más importante treparse a un árbol que caminar como nosotros", subrayó el mexicano.
Otro rasgo importante del fósil es la presencia del hueso hioides, relacionado con el lenguaje, pues es la primera vez que se encuentra en el fósil de un homínido de este tipo.
"Se trata de un hueso que a nosotros nos sirve para hablar, el encontrado en esta niña es más parecido al de un gorila o chimpancé y nos indica que tenía la capacidad de emitir sonidos", dijo Terrazas.
Kimbel y su equipo esperan comparar los resultados con los estudios realizados con Lucy para obtener claves sobre el crecimiento y desarrollo del Australopithecus afarensis desde la infancia hasta la etapa adulta.
Las diferencias del desarrollo corporal son importantes porque si uno ve un bebé moderno la cabeza es muy grande con respecto al cuerpo y tarda años en alcanzar las proporciones y el conocimiento de un adulto.
Entre más depende el niño de sus padres más tarda el desarrollo de su cerebro, pero aprende más. Si esta niña ya había madurado, se podrá decir que aprendió menos, pero aplicaba mejor su conocimiento, consideró Terrazas.
"Los niños humanos dependen de sus padres durante muchos años, si se vive en una selva esto es una mala idea, pero gracias a que el hombre desarrolló una sociedad compleja donde todos ayudan a la preservación, la mala idea se convierte en una buena idea," añadió.
Entre las principales respuestas que podrá arrojar el estudio de la niña de Dikika está el saber si un infante de 3 años era igual a un adulto como Lucy, si la locomoción era mejor o peor, si pasaba la mayor parte del tiempo en los árboles o en la tierra, qué tanto dependía de su madre, qué tanto se había desarrollado su cerebro y si era independiente o no.